Actuar para avanzar

Comentario sobre el artículo de Enric Segarra “Actuar para avanzar”, una lección sobre el liderazgo y como romper con la apatía general que nos envuelve.

Impresionante el artículo de opinión de Enric Segarra aparecido el pasado día 25/12/2007 en LA VANGUARDIA titulado “Actuar para avanzar”.

Leer opiniones como esta es un soplo de aire fresco que invitan al optimismo (lo podéis leer al final del artículo). El inmovilismo, la apatía general, la falta de líderes, la falta de emprendedores, se ha convertido en un mal social en Catalunya, un país que precisamente había presumido durante décadas de lo contrario.

Como bien dice Segarra, hay que perder el miedo al error, hay que ser valientes y actuar, porque esto es lo que nos hace sentir realmente vivos y útiles en esta sociedad. No hace falta proponerse grandes metas, los pequeños detalles, aquellos cambios imperceptibles que podemos ir aplicando diariamente tienen un valor agregado muy importante en el desarrollo social, cultural, científico, político y económico de un país.

Hay que decir basta ya a las corrientes pesimistas y cada uno en su pequeña o gran parcela, ser más proactivo y arriesgar en su campo. La vida es corta y hay que vivirla intensamente y sin complejos. Las derrotas te hacen más fuerte y nunca hay que agachar la cabeza, estos son los auténticos líderes, los que pueden ser vencidos pero no derrotados.

Una lección para dar mayor sentido a nuestras vidas…

Actuar para avanzar

Hay días en los que los acontecimientos invitan a la reflexión, y uno se cuestiona el grado real de implicación que todos tenemos en la construcción de nuestra sociedad.

Y la respuesta que uno encuentra, cuando deja atrás los prejuicios y el temor a las consecuencias de ir más allá de lo conocido, es que podríamos hacer mucho, mucho más. No hay, pues, límite, aunque hay que reconocer que hace falta mucha altura personal y confianza en las capacidades que uno tiene, para actuar y poner en riesgo nuestra “cómoda” situación actual, siguiendo más los dictados del corazón, que los de la razón, el dinero o el interés.

Todos tenemos ilusiones, ambiciones y opinión sobre las cosas que nos rodean tanto en el ámbito familiar, social o laboral. Y, sin embargo, pocas son las veces que nos pronunciamos y, por descontado, actuamos. Demasiado a menudo nos mostramos con un perfil bajo que destaca bien poco y ni expresamos lo que sentimos, ni decimos claramente lo que de verdad pensamos. Contagiados por un entorno que parece empeñado en crear una falsa armonía tratando de evitar el enfrentamiento y el conflicto, y que implícitamente invita a “nadar y guardar la ropa” por el miedo al qué dirán, terminamos rebajando el nivel de exigencia (incluyendo la propia) y aceptando que las cosas son complicadas de cambiar. Lo cual crea desazón en todos aquellos que, todavía, confiamos en que las cosas pueden cambiar para mejor.

Debe reconocerse, sin embargo, que muchas veces, las más, uno no acierta a ver cuál es el papel que le toca en ese gran ejercicio que es dar forma al futuro de nuestra sociedad. Una sociedad que, me gusta pensar, no ha perdido su capacidad de soñar, pero sí, un poco, la capacidad de arriesgar. Y al final… ese lamento de frustración colectiva tan negativo que tampoco sirve para mucho. Todo espíritu necesita sentirse plenamente libre para poder desarrollar sus ideas. Yo propongo que seamos generosos con nosotros mismos y nos dejemos guiar por el entusiasmo como primer paso hacia esa libertad. Y actuemos; pues, aunque nos podamos equivocar, esa es la única fórmula para poder avanzar. Y si avanzamos, nunca perdemos. Quizás no alcancemos la meta soñada; quizás no, pero al menos tendremos la sensación de que hicimos lo que creíamos que debíamos hacer y eso, sin duda, va a dar un mayor sentido a nuestras vidas.

E. SEGARRA, director Leadership Development Programs y profesor de Esade (URL). LA VANGUARDIA 25/12/2007


© Tomas Soler Luque